Juan Marsé (Barcelona, 1933) fue designado como
Premio Cervantes el pasado 27 de noviembre. El jurado valoró "
la decidida vocación por la escritura" de Marsé, venciendo los elementos personales y su dura vida", además de "
su capacidad para reflejar la España de la posguerra". La entrega del premio Cervantes constituye el acto central del
Día Internacional del Libro .
EL EMBRUJO DE SHANGHAI (1993)
ResponderEliminarLos sueños juveniles se corrompen en boca de los adultos, dijo el capitán Blay caminando delante de mí con su intrépida zancada y su precaria apariencia de hombre invisible: cabeza vendada, gabardina, guantes y gafas negras y una gesticulación abrupta y fantasiosa que me fascinaba. Iba al estanco a comprar cerillas y de pronto se paró en la acera y olfateó ansiosamente el aire a través de la gasa que afantasmaba su nariz y su boca.
-Y tan desdichada carroña -siguió husmeando su quimera predilecta ayudándose con nerviosos golpes de cabeza, y yo también me paré a oler- está en la calle, se nota. Pero no es sólo eso... Sin querer ofender a nadie, se percibe una descomposición de huevos. ¿No lo hueles?
El capitán tenía el don de sugestionarme con su voz mineral y sentí un vacío repentino y una sensación de mareo.
Así empieza mi historia, y me hubiese gustado que en ella hubiera un lugar para mi padre, tenerlo cerca para aconsejarme, para no sentirme tan indefenso ante los delirios del capitán Blay y ante mis propios sueños, pero en esa época a mi padre ya le daban definitivamente por desaparecido, y nunca volvería a casa. Pensé otra vez en él, vi su cuerpo tirado en la zanja y los copos de nieve cayendo lentamente sobre él y cubriéndole, y luego pensé en las enigmáticas palabras del viejo mochales mientras iba andando pegado a sus talones camino del estanco de la plaza Rovira, cuando, al pasar frente al portal número 8, entre el colmado y la farmacia, el capitán se paró en seco por segunda vez y su temeraria nariz, habitualmente desnortada y camuflada bajo el vendaje, detectó de nuevo la pestilencia.
-¿No reconoces esa gran tufarada, muchacho? -dijo- . ¿Tu cándida naricilla maliciada en el incienso de Las Ánimas y en agrio sudor de las sotanas ya no es capaz de detectar el hedor...? -Se interrumpió estirando el cuello, resoplando como un caballo nervioso-: ¿A huevos podridos, a mierda de gato? Nada de eso... Ahí, en ese portal. ¡Ya sé lo que es! ¡Gas! ¡Se veía venir esta miseria...!
En el interior del zaguán anidaba ciertamente un tufo a miseria casi permanente, pues era refugio nocturno de mendigos, pero el capitán supo distinguir en el acto una pestilencia de otra y además afirmó que el olor a gas no salía de allí, sino de la maltrecha acera que pisábamos, de las grietas donde crecía una hierba rala y malsana.
Él mismo se encargó de alertar al vecindario. Lo comentó en el estanco, en la farmacia y en la parada de tranvías, y aunque sus arranques de locura senil eran bien conocidos, desde aquel día todo aquel que pasaba por la acera alta de la plaza y husmeaba el aire, detectaba el olor con sobresalto. Las mujeres se alarmaron y una vecina avisó a la Compañía del Gas.
-Se trata sin duda de una tubería rota que deja filtrar esa mierda -no se cansaba de repetir el capitán Blay en la taberna de la plaza-. Muy peligroso, señores, todos haríamos santamente evitando circular por allí y metiéndonos cada uno en su casa, a ser posible... Y mucho cuidado con encender cigarrillos junto al quiosco, a vosotros os digo, chavales.
-Sobre todo -advirtió su amigo el señor Sucre a la clientela habitual de bebedores, que escuchaban entre recelosos y burlones-, cuidado con las miradas llameantes y las ideas incendiarias y la mala leche que algunos todavía esconden. ¡Mucho cuidado! La vieja castañera junto al cine, con su fogón y su lengua viperina, también es un peligro. Una chispa o una palabra soez, y ¡bum!, todos al infierno
Las obras de Marsé se sitúan en su Barcelona natal y más en concreto el barrio del Guinardó, donde nació y pasó su infancia. Marsé vivió la posguerra en sus años de infancia, cosa que ha influenciado el modo de escribir del autor a lo largo de toda su vida. Todas las obras de Marsé están ambientadas en el Guinardó o en barrios barceloneses próximos a éste, y todas ellas relatan hechos vividos en época de postguerra o durante el franquismo. Analiza la degradación moral y social de la posguerra, las diferencias de clase en su Barcelona natal, la memoria de los vencidos, los enfrentamientos entre trabajadores y burgueses universitarios y la infancia perdida empezando con las técnicas del realismo social y experimentando a veces con otros mecanismos narrativos más vanguardistas, siempre con ironía, sátira y un cierto humorismo
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