
Segunda noche sin ti
Tu ausencia me rodea como un vacío trágico,
ando tras de tu sombra como un niño ciego.
Tu voz flota, sin voz, como un nombre que no acaba,
como el propio rumor de mi sangre que sólo pide muerte.
Estás en todo, en mí, en las cosas bellas y fraternales
con que fuimos rodéandonos en ocho cortos años,
comparadas con mi amor, pensando uno en el otro para mútua alegría,
para la sorpresa pura e infantil del secreto hasta mostrarlos;
y estás también en las cosas cotidianas y humildes,
en tu plato favorito pensado para ti como una poesía o un abrazo;
estás en tu taza matinal con el beso primero
cuando te despertaba, al borde de la cama (...)
Ningún comentario:
Publicar un comentario