07/04/09

El libro de Raquel

El maestro de esgrima

Todo empieza un día como otro cualquiera en el cual, Don Jaime y el marques de Ayala, un conocido político retirado conocido por todos por sus continuos enamoramientos practicaban la esgrima. Tras terminar la lucha, Jaime Astarloa recibe una carta en la que una tal Adela de Otero, requiere de sus servicios y desea concertar una cita.
Cuando Astarloa aparece en la casa de la mujer, preparado para aceptar a otro alumno más en su escuela privada, se entera, para su sorpresa, de que es la propia señora la que quiere recibir sus clases. Al principio se niega rotundamente, pero los encantos de ella no son pocos y llegan incluso a romper el muro de costumbres que el viejo maestro se había creado, convenciéndolo así para que le impartiera algunas lecciones.
Don Jaime le da clases durante varios días y disfruta mucho al averiguar que Adela de Otero no era ni mucho menos una principiante.
Ella aparte de pedirle que le enseñe el “golpe de los doscientos escudos”, de la creación del propio maestro, le pide también el favor de presentarle al marques de Ayala.
Don Jaime acepta ambas peticiones enseñándole su golpe más famoso y presentándole al marques. A partir de recibir sus honorarios no volvió a saber de ella, y el marques acudía cada vez menos a sus visitas semanales. Don Jaime quedó algo deprimido ya que se había hecho algunas ilusiones acerca de su relación con su alumna, pero estaba preparado para algo como esto así que continuo con su vida normal, solitaria como de costumbre, pero ahora, por alguna razón, a él le parecía más solitaria que nunca.
Un día, sin esperarlo, se presentó en su casa el marques, que le contó una historia acerca de unos papeles, que le entrego, ya que el viejo maestro era la persona en que más confiaba el ex politico y el mismo no podía guardarlos. Le pidió que no los abriera bajo ninguna circunstancia, pero sabía de antemano que Don Jaime, siendo un caballero y una persona de honor, preferiría morir antes de abrir esos papeles secretos.
Poco tiempo después el marques apareció muerto. Esto entristeció a nuestro maestro de esgrima. Un inspector de policía apareció de inmediato en su vida haciéndole preguntas y buscando pruebas.
Don Jaime no entrego los papeles a la policía, ni dio información interesante ya que de todas maneras el no tenía ni idea de quien podría haberle querido matar. Con su antiguo compañero muerto ahora , Jaime penso que tal vez esos papeles podían estar relacionados con el asesinato. Tardo un buen rato, ya que le sabia mal hacerlo pero al final abrió el sobre que contenía los papeles y los leyó detenidamente. Allí vio reflejadas noticias y hechos políticos, y nombres de personas de las cuales solamente conocía a unas pocas.
Decidido a averiguar más decidió hacer una visita a un compañero de tertulias en un viejo café. Agapito Cárceles, un periodista que conocía de poco pero que estaba siempre metido en asuntos de política. Lo llevó a su casa y le enseño los documentos. Este pareció sorprenderse y afirmó que en esos papeles estaba la clave de un escandallo sin precedentes. Mientras lo leían la policía llamo a la puerta de Jaime y le pidieron que les acompañara. Dejando a Cárceles el cuidado de los papeles, Don Jaime acompaño al inspector que le había interrogado días antes hasta el deposito de cadáveres con la intención de reconocer un cuerpo. El inspector enseñó el cuerpo desnudo y destrozado de una mujer morena que Jaime pensó reconocer como el de la señora que le había contratado. Esto se ponía muy feo. Tras recuperarse del impacto, volvió a su casa sólo para encontrarse que el señor Cárceles había optado por marcharse, olvidando dejar los papeles en su sitio.
En su lugar había una nota en la que animaba a Don Jaime a no preocuparse. Este enfadado de verdad fue por la noche a buscarlo a su casa donde lo encontró, tras forzar una ventana, atado en la cama de pies y manos y sangrando abundantemente por muchas heridas abiertas en su piel. Allí mismo tuvo que luchar contra dos matones armados con pistolas usando su baston-estoque que siempre llevaba con él, haciéndoles poner pies en polvorosa. Acto seguido llamó a la policía que tras ver el espectáculo le dieron la enhorabuena a Don Jaime por seguir vivo, ya que según ellos, había sido como ganar la lotería, ya que tenia todas las papeletas para haber resultado herido por los desconocidos sicarios de alguien que deseaba esos papeles y que consiguió lo que buscaba.
La policía insta a Jaime a que se metiera en su casa y vigilara sus espaldas en todo momento y que estaba marcado que él era el siguiente implicado. Pero si alguien venía con malas intenciones, Don Jaime Astarloa estaría preparado para defenderse. Pistola y baston-espada al alcance de la mano, sentó en su escritorio y espero, y espero, acompañado por el único y leve sonido de las patas de un ratoncillo arrastrándose por su complejo de corredores y galerías personales en el techo de la casa. Don Jaime se sintió un poco mejor por no haber conseguido cazarlo días antes, cuando lo descubrió mientras realizaba una incursión a la despensa, lejos de la seguridad de su pequeña fortaleza. Alguien entro en la casa. Jaime se puso tenso. Alguien llego a la puerta del estudio. Jaime se puso más tenso. Alguien entro en la habitación y Jaime descubrió que se trataba de la difunta Adela de Otero, y como no era supersticioso ni creía en los fantasmas, pidió a Adela de Otero tan viva como siempre para regocijo de nuestro maestro, que le explicara con detalle que era lo que estaba pasando. Esta procedió a contarle toda su vida desde que era pequeña hasta el momento y ha desvelarle todas las claves del misterio y de las muertes quitándose su disfraz de educada alumna de esgrima y dejando ver su personalidad de experimentada asesina implicada en un complot para acabar con la vida del marques de Ayala. También le explico que estaba muy apenada por tener que matarle también a el igual que hizo con el marques y al igual que hizo con su criada (el cuerpo del deposito). Tras esto, tomaron un estoque cada uno y se enzarzaron en una singular lucha a muerte que acabo con la victoria de Don Jaime.
La vida de Jaime siguió de nuevo su cauce natural a partir de entonces dejando atrás las oscuras redes de la políticas y las penurias sentimentales, concentrado en la búsqueda de su único y verdadero sueño, encontrar la estocada perfecta.

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