Manuel Torre es uno de los cantaores geniales, comparable sólo con don Antonio Chacón, Aurelio Sellés y pocos más. No se limitó a imitar a los cantaores ya consagrados, sino que con su creatividad llevó la mayoría de los palos que tocó a su forma actual y puso las bases de la escuela jerezana. Las seguiriyas de Torre siguen siendo las preferidas por el público y los cantaores; los campanilleros, de origen religioso, quedaron definitivamente incorporados en el repertorio flamenco; el fandango alcanzó, desde su matiz regional, su total aflamencamiento y está considerado actualmente como uno de los estilos más difíciles; tampoco puede olvidarse su aportación a los tangos-tientos, hoy llamados tientos; y destacan, sobre todos los palos, sus interpretaciones de saetas, a las que dotó de intensidad, dramatismo y sentimiento excepcionales.Trabajó y colaboró con otras figuras del momento: Enrique El Mellizo, que también fue su maestro durante una breve temporada, Antonio Chacón, El Gloria, Manolo Caracol, Pepe Marchena, Niño Medina, La Niña de los Peines. Fue elogiado ya en vida por sus compañeros de profesión y por los intelectuales. Fue especialmente admirado por la Generación del 27, como Lorca, Alberti o Ignacio Sánchez Mejías. Participó, como invitado, en el Concurso del Cante Jondo de Granada, organizado por Lorca, Falla, Turina... en 1922.
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