27/03/09

Tengamos el sexo en paz


Mi madre

Me hubiera gustado hablar de ello, que me explicaran ciertas cosas... ¿pero con quién?
La persona indicada hubiera sido mi madre, pero no había confianza entre nosotras. Mi madre venía de una familia rica... en dignidad y prejuicios. Mi madre es una buenísima persona, católica ferviente, practicante, e incluso... votante, que con sus hijas jamás habló de sexo. Para mi madre éramos como las muñecas... terminábamos aquí. (Indica la cintura)
Para ella, decir sexo era decir obscenidad. Una muestra: al culo lo llamaba pompis... y a lo de delante, pompis de delante. Curioso, ¿verdad?
A veces, cuando yo estaba haciendo los deberes, mi madre llegaba de improviso, con esa cara que ponen las madres en los momentos importantes, y me decía con una voz, pero una voz... que parecía la de Dios:
"¡Ten cuidado, hija! ¡Los hombres sólo quieren una cosa!"
Nunca me dijo cuál.
Mi madre no me preparó para la vida. Las únicas cosas de sexo las supe por una amiga muy revoltosa, doce años... Hacía algún tiempo que no la veía y me dice:
"¡Qué cansada estoy...¡"
"¿Por qué estás cansada, qué has hecho...?
"El amor..."
"¿El amor...?" -yo no sabía lo que era - "¿Con quién?"
"Con mi primito de diez años"
"¿Y qué habéis hecho?"
"Pues como no sabíamos nada de esas cosas, sólo que los niños nacen de la tripa..., él con su cosa empujaba, empujaba.. ¡No veas cómo tengo el ombligo!"
Entre mi madre, "¡Ten cuidado!", y el ombligo inflamado, yo estaba muerta de pánico. Si se me acercaba un chico, le tiraba piedras.
"¡Vete, vete, jamás lo conseguirás!"
"¿El qué?"
"¡No lo sé...!"
Después en el bachillerato, los chicos impetuosos, salidos, se me echaban encima, me abrazaban, me estrujaban... Lugo trataban de besarme.
No sé vosotras, pero yo, de mi primer beso guardo un recuerdo espantoso. Él me agarra... y, zas, me estampa contra la pared... ¡un testarazo de conmoción cerebral! Después con esas 24 manos que tienen los chicos, me quería manosear todo el cuerpo... y luego con la lengua... blall.. y blall, en la oreja...
¡"Para! Pareces una batidora con esa lengua.. que frío.. qué asco...¡Estate quieto!"
Y después, ¿no quería meterme la lengua en la boca? ¿A mí, que soy vegetariana?
"Quita esa lengua que te la arranco y se la tiro al gato", decía yo, siempre con las manos tapándome el ombligo.
Otra cosa que no entendía, era que: ¡ZAS!, me estampa contra la pared, luego (repite los movimientos anteriores) Blall, blall..., blall,... y empujaba su pubis contra el mío, con una fuerza tremenda... Yo pensaba: "Pero... ¿qué llevará en los calzoncillos?"
Os diré la verdad: ¡por culpa de mi madre, cuánto tiempo he perdido!
Pero más tarde, una de mis tías, de izquierdas, solterona... no porque fuera de izquierdas... maestra, y mucho más abierta que mi madre, decidió culturizar sexualmente a sus sobrinitas, y un día nos reúne en la cocina, alrededor de una mesa grande... éramos niñas de de 12, 13 años... y nos enseña un libro científico, de anatomía y, en particular, la imagen de un sexo femenino en sección. Coloreado según las partes en tonos suaves... que me pareció un mapa... y cuando la tía preguntó: "Niñas, ¿sabéis que es ésto?", yo: "¡Sí tía, es Florida!", no se porqué...
¡Qué mal le sentó! "No, boba, esto no es Florida... ¡es tu pompis de delante!"
Me quedé tan impresionada, que desde aquel día a mi pompis de delante siempre lo he llamado Florida... y al de detrás, California.

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