24/07/10

Contra Eva

La perspectiva de sufrir malos tratos y la conveniencia de aguantarlos ha formado parte del ajuar que una mujer debía llevar al matrimonio. (…)
El deseo de hurtarse a la brutalidad marital y a la extrema sujeción que suponía para la mujer es, según Dinzelbacher, una de las causas, además de las religiosas, sociales y económicas, que explican el gran florecimiento de asociaciones femeninas, de conventos de mujeres y de místicas solitarias que ocurren en la Edad Media; en una sociedad en que el derecho permitía al esposo pegar a su mujer hasta el derramamiento de sangre y en que ésta no tenía, o apenas tenía, algún derecho que la protegiera frente a su esposo, al que estaba totalmente sometida, muchas mujeres veían con horror el matrimonio…
Las manifestaciones de alegría de algunas místicas famosas a la muerte de su esposo o, como en el caso de Ángela de Foliño, a la muerte de toda su familia, se pueden entender en esta perspectiva, es decir, a que gracias a que se mueren se libran de vivir esclavas de un esposo, y no en la perspectiva religiosa de que así quedaban libres para realizar su deseo íntimo de servir a Dios solo, que es como suele interpretarlo la literatura piadosa; Margarita de Oingt, una mística cartuja, escribe en una de sus obras que si Dios no le hubiera hecho ninguna otra gracia que la de no permitir que viviera en la esclavitud y sujeción de un marido, ya le hubiera concedido bastante.
… La estructura del sacramento del matrimonio, construida sobre la antropología bíblica que hace inferior a la mujer, hace imposible esa deseada armonía (en el matrimonio), como no sea a costa de la mujer, es decir, a costa de que la mujer renuncie a ser igual al varón.

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