RELATO GAÑADOR NA CATEGORÍA 3º/4º ESO
Desde cero
Miguel despertó, había tenido un sueño muy raro. Se levantó y rebuscó en su mochila para ver si había algún resto de comida, pero no quedaba nada. Después de beber un trago de agua y reflexionar un buen rato salió de la cueva, lugar donde había dormido y comenzó a caminar de nuevo.
Hoy se cumplía un año desde el impacto del meteorito que había destruido la mitad de la superficie del planeta y que le había costado la vida a tres cuartas partes de la población. Miguel lo recordaba perfectamente. Estaba en el metro, preparado para empezar un nuevo día de trabajo en la universidad cuando el impacto se realizó. Él había sido uno de los afortunados,junto con otras personas, de permanecer con vida ya que estaban bajo tierra, aunque ahora no se sentía tan afortunado. Desde hace un año había intentado sobrevivir con lo que pudo, alimentándose con cualquier cosa que encontraba en lo que quedaba del mundo, y refugiándose para dormir y no pasar frío debajo de puentes o en cuevas, como la anterior noche.
De repente, mientras Miguel estaba sumido en sus pensamientos le pareció oír un sonido fantástico, un sonido esperanzador: era el sonido del agua. Se había encontrado con un riachuelo y como raras veces ocurría aprovechó como siempre para lavarse y llenar todas las botellas vacías que llevaba en su mochila. Aquella agua le duraría, si la invertía bien, otras dos semanas. Miguel no supo por qué pero mientras estaba en el riachuelo notó que algo lo miraba, cogió rápido sus cosas y salió de allí rápidamente. No llegó muy lejos, ya que volviendo a notar que algo le seguía, agarró fuertemente su puñal y sin tener miedo ni temor se dio la vuelta. Miguel se asustó, pero también sintió dolor, ya que le acaban de pegar en la cabeza, dejándolo inconsciente.
Despertó aturdido y con un dolor terrible en la cabeza. Se encontraba en una habitación completemente solo, pero de repente se abrió la puerta y aparecieron dos hombres que lo llevaron a la fuerza hacia el exterior. Eran corpulentos y con una expresión de seriedad en su rostro. En cuanto se encontraron fuera - lo habían llevado cerca del riachuelo- apareció un tercer hombre que se dirigió ante él y mirándolo fijamente le dijo:
-¿Quién eres y qué haces aquí?
-Me llamo Miguel Gonzalez García y tengo 29 años, vengo de lo que queda de Toledo y desde que el meteorito impactó he estado intentando sobrevivir con lo que he podido y buscando un lugar donde permanecer seguro - le contestó.
-Pues lo has encontrado, somos lo que queda de la población del centro de España, nos hacemos llamar La Resistencia. Yo soy Ángel, la demás gente y yo hemos establecido nuestro campamento aquí y nuestra misión es intentar repoblar la Tierra y dejar rastro a las generaciones futuras sobre la historia del planeta. Tenemos agua y comida de sobra y siempre que nos encontramos a alguien lo intentamos reclutar. Empezamos siendo 13 personas y ahora somos más de 80.
-¿Y hacía falta que me dejarais inconsciente?
-Toda precaución es poca. Ven, te enseñaré el campamento.
Miguel había esperado este momento durante tanto tiempo que ya ni se acordaba desde cuándo. Lo que había hecho Ángel y las demás personas era increíble. Allí había gente de todos los lugares, desde Valencia hasta el este de Portugal, gente de Andalucía hasta Santander, había hasta personas de Francia y del oeste europeo. Había estado solo durante tanto tiempo que esto se le hacía grande. Entonces recordó el sueño que había tenido esa mañana: había soñado con el mundo de antes, había soñado con niños riéndose en el parque y con familias compartiendo toda una mesa de manjares. Hasta se había visto a sí mismo bañándose en el Tajo al atardecer con sus amigos. No sabía por qué pero le había parecido un sueño extraño ¡Todo se le hacía tan raro y le había parecido tan inútil su presencia en el mundo durante tanto tiempo! En el campamento era el encargado de dejar constancia de la literatura y del arte del mundo, debido a que había estudiado filología castellana y daba clases en la universidad de Toledo. Allí ya no se sentía tan inútil, se había dado cuenta de que los sueños se pueden cumplir, y estaba orgulloso de pertenecer a este, al sueño de construir un nuevo mundo.
Julián Merelas Seoane, 3º ESO
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